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A los periodistas a propósito de su día

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A los periodistas a propósito de su día: Por Francisco Mayorga.-

De pana les digo que hablar de lenguaje popular y no referirse al Explorador de las Palabras, Ángel Rosenblat, en las crónicas cotidianas, es totalmente injusto. No mencionar sus Buenas y Malas Palabras y sus Estudios sobre el Habla de Venezuela sería una absoluta incongruencia.

Su amigo Mariano Picón Salas lo llamó el “Humbolt del idioma”. Señala en el prólogo del Tomo I de la Biblioteca Ángel Rosenblat, que  muchas palabras y giros dialectales tienen, como las personas que las pronuncian, una curiosa vida privada, y quizás una dramática vida pública. ¿Pues no se compone con nuestro vocabulario, con los refranes y modismos que adquirió el español en nuestra tierra, un extraño mapa moral en que se graban las reacciones y experiencias del hombre en el ambiente, sus hallazgos, su fabular poético, la medida de su fantasía, razonamiento e imaginación?

Así como otros traían, de sus expediciones huevos de iguana, piernas de venado  y pieles de tigre, Rosenblat regresaba, anota el prologuista, con un botín filológico. Más de setenta mil fichas, en que los datos y linaje histórico de cada palabra pronunciada en cada rincón de Venezuela, para sumarlas a las utilizadas en capitales y ciudades importantes.

Muchos otros estudiaron también nuestras formas lingüísticas; pero acaso con la común manía de hacer de la gramática un conjunto de reglas encorsetadas, de eliminar y amonestar contra cada palabra que no estuviera venerablemente acogida y santificada por la muy conservadora Real Academia Española y de rodear el idioma vivo de los más espinosos tabúes.

Un atajo necesario

Para tomar un atajo es  conveniente citar al Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor cuando dice que “Non ha mala palabra, si non es a mal tenida, veras que bien es dicha, si bien fuese entendida”.

Tal vez la defensa a la acusación general, contra los tituladotes de la prensa, de permitir los barbarismos sintácticos, (reconocidos como irremediables) que invadieron nuestro periodismo, sea la correcta incorporación de vocablos, expresiones y refranes que ya tienen uso e interpretación popular, en lugar de oraciones con clara  violación de la sintaxis.

El diario Últimas Noticias nació el 16 de septiembre de 1941 como una innovación del periodismo nacional, la utilización de grandes fotos y titulares espectaculares que rompían con esquemas de la incipiente prensa venezolana, fue una sorpresa. Pero fue básicamente  su concepción popular lo que lo convirtió en el Diario del Pueblo y su irreverencia lo que caló hondamente en el ánimo de la gente: por primera vez un zapatero, por ejemplo, salía al lado de un ministro, de igual a igual.

Pero no sólo la gente “de a pie” fue protagonista, también su lenguaje fue incorporado a la gran prensa a través de su periódico y muchos “venezolanismos” aparecieron en diccionarios de autoridades hasta su inclusión en los de la Real Academia Española. Y entonces, “si salió en la prensa”, es correcto, tal era el respeto que antes se le tenía al periodismo.

Las nuevas promociones, con su intelecto y talento renovador, necesitaron consustanciarse con su estilo. Cierta preparación para utilizar aquellas herramientas que hicieron de otrora medios populares, periódicos de vanguardia, de trabajo, de soluciones.

Se ha señalado a Miguel Ángel Capriles Ayala como Padre del Periodismo Popular, pero básicamente fue el alumno más brillante que ha tenido Ultimas Noticias.  Fundador del diario en la atención administrativa, pero su  trabajo directo con obreros e intelectuales lo convirtieron en una suerte de periodista que muy pocas veces egresa de una universidad, con una memoria excepcional que le permitía citar a estudiantes, profesores, académicos, filósofos, políticos, científicos, amas de casa, etc,  a quienes atendía a solicitud, en sus mejores días de consecuente lector de buenas obras del boom literario del momento.

Los editoriales de MAC lo llevaron a la Convención contra la Deuda Externa en La Habana, donde se confesó valientemente “un capitalista” y se ganó uno de los mayores aplausos del foro, utilizando en su discurso un lenguaje realmente ultimeño y de total comprensión para un público bastante heterogéneo. Este periodista hizo el tabloide que hoy me tiene entre sus lectores, sin desmeritar a la trilogía de fundadores.

La tarea  de cada reportero  en este diario es un estudio filológico particular sobre el lenguaje cotidiano utilizado en diversos escenarios o fuentes de su trabajo. Las palabras y frases más utilizadas en el parlamento, en el barrio, en el terreno de juego, etc, etc, etc.

Palabras como “chamo”, “geva”, “yerro” y frases como “lo bajaron de la mula”, “lo guindaron”, “le cayó a muelas”, a modo de ejemplo, son utilizadas por gente distinta y sitios diversos, pero conforman un lenguaje habitual y comprensible para el colectivo.

Es común despedirse de una conversación a través de celulares con “dale, pues”. “De pana” es tan común y ya comienza a enriquecerse con otras connotaciones, como nuestro “sabroso” que además de su significación básica,  se usa para designar todo lo bueno, un manjar, una bulla, una fiesta o un partido de béisbol.

Un análisis certero y “sabroso” hace el profesor Alexis Márquez Rodríguez de nuestro “infeliz”,  en uno de sus últimos artículos. La palabra adquirió en nuestro país mayores significados de uso que su componente feliz. “El colmo es que un infeliz como ése pueda ser ministro”, dice como ejemplo de la riqueza semántica que la gente le ha otorgado a la palabra.

Pero todos en nuestro país hablamos español y en ese idioma debemos escribir; sólo que también debemos incorporar palabras y frases utilizadas en el lenguaje común, a riesgo de no entender a nuestros muchachos, sin olvidar jamás el correcto uso de las palabras, para no caer en lo chabacano y vulgar.

Esta proposición invita a mantener la mente abierta para entender significados, a veces “entre líneas” conque el olfato periodístico que da el oficio nos ilustra. Nosotros seremos humildes veedores con experiencia para no desviar el camino hacia el éxito obtenido con “el hampa con el moño suelto” y  “ahora sí se acabó el pan de piquito”.

Nadie olvidará jamás aquellas advertencias de Ultimas Noticias, porque las llevaba en la piel y en la señal de la cruz al salir de su casa, “Sálvese quien pueda” que acompañó grandes titulares de su página roja.

Todo ciudadano crítico y pensante es de alguna manera un periodista en ciernes, aunque no ejerza el oficio, porque el ser periodista no es simplemente una carrera universitaria, es una forma de ver la vida. Es hurgar en las causas de los males y las injusticias de una sociedad cada vez más compleja. Es una fuerza inquietante que impulsa la búsqueda de soluciones. Es un compromiso del que no es fácil escaparse y que hace que los sueños lleguen a materializarse.

Porque la función del comunicador social no debe limitarse a la transmisión de información o quedaría como un virtual repetidor de los ecos noticiosos. Por el contrario, debe generar a través de su trabajo la confrontación sana y amistosa, que tenga como finalidad la solución concreta de los problemas, como por ejemplo, propiciar la movilización de las autoridades competentes para el buen funcionamiento de una escuela o un centro asistencial. De allí el poder de la denuncia, muy frecuentemente con todas las expresiones del lenguaje popular vehículo del que se valen las comunidades y los más necesitados para intentar poner fin a su drama.

Con el respaldo de sus lectores la información sufrió transformaciones, pero el alma colectiva inmortal del pueblo es difícil que se agote en su esencia, por eso sigue ocupada permanentemente del quehacer noticioso, con el lenguaje popular de bandera para renovar en el ser pensante, su capacidad de asombro. El destino inexorable se cumple.

Muchos creen que los periodistas llevamos en nuestro genoma la libertad de prensa, cuando en realidad sólo somos uno de los instrumentos de los que se vale la democracia para canalizar con un sello personal y responsable las demandas de la sociedad.

Somos testigos excepcionales, abiertas las puertas del tercer milenio nos acoplamos a una velocidad superior, regocijados dentro de la enorme capacidad de asombro del ser humano y en la autopista de la información,  vinculamos la profesión al quehacer cotidiano empleando el propio lenguaje de la gente común.

En cierta ocasión, en mi época de estudiante ucevista, un profesor de la Escuela de Comunicación Social me dijo que el periodismo era la tumba del poeta y del escritor creativo. De cierta manera es verdad, el profesional de esta disciplina debe apegarse a la verdad y cuando se interpreta lo que quiso decir una persona de los barrios, con su lenguaje habitual, muchas veces alteramos el sentido de las cosas y nos alejamos de ella.

Como el gato que, raudo cruza la vía del tren confiado en su rapidez, con la mala suerte que en el intento el tren le corta la cola. El felino se devuelve a buscar su rabo y otro tren que venía en dirección contraria le corta la cabeza.

Por supuesto, el aporte universitario es fundamental y debe ser aprovechado por el diario, pero es necesario que los periodistas de Ultimas Noticias, cuna del periodismo popular en Venezuela,   reciban la  experiencia y comprensión de este lenguaje cotidiano y aprendan a manejarlo sin miedo, con academia y originalidad, para que no les pase como al gato y “pierdan la cabeza por un rabo”.

Su amigo Mariano Picón Salas lo llamó el “Humbolt del idioma”. Señala en el prólogo del Tomo I de la Biblioteca Ángel Rosenblat, que  muchas palabras y giros dialectales tienen, como las personas que las pronuncian, una curiosa vida privada, y quizás una dramática vida pública. ¿Pues no se compone con nuestro vocabulario, con los refranes y modismos que adquirió el español en nuestra tierra, un extraño mapa moral en que se graban las reacciones y experiencias del hombre en el ambiente, sus hallazgos, su fabular poético, la medida de su fantasía, razonamiento e imaginación?

Así como otros traían, de sus expediciones huevos de iguana, piernas de venado  y pieles de tigre, Rosenblat regresaba, anota el prologuista, con un botín filológico. Más de setenta mil fichas, en que los datos y linaje histórico de cada palabra pronunciada en cada rincón de Venezuela, para sumarlas a las utilizadas en capitales y ciudades importantes.

Muchos otros estudiaron también nuestras formas lingüísticas; pero acaso con la común manía de hacer de la gramática un conjunto de reglas encorsetadas, de eliminar y amonestar contra cada palabra que no estuviera venerablemente acogida y santificada por la muy conservadora Real Academia Española y de rodear el idioma vivo de los más espinosos tabúes.

Para tomar un atajo es  conveniente citar al Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor cuando dice que “Non ha mala palabra, si non es a mal tenida, veras que bien es dicha, si bien fuese entendida”.

Tal vez la defensa a la acusación general, contra los tituladotes de la prensa, de permitir los barbarismos sintácticos, (reconocidos como irremediables) que invadieron nuestro periodismo, sea la correcta incorporación de vocablos, expresiones y refranes que ya tienen uso e interpretación popular, en lugar de oraciones con clara  violación de la sintaxis.

Ultimas Noticias nació el 16 de septiembre de 1941 como una innovación del periodismo nacional, la utilización de grandes fotos y titulares espectaculares que rompían con esquemas de la incipiente prensa venezolana, fue una sorpresa. Pero fue básicamente  su concepción popular lo que lo convirtió en el Diario del Pueblo y su irreverencia lo que caló hondamente en el ánimo de la gente: por primera vez un zapatero, por ejemplo, salía al lado de un ministro, de igual a igual.

Pero no sólo la gente “de a pie” fue protagonista, también su lenguaje fue incorporado a la gran prensa a través de su periódico y muchos “venezolanismos” aparecieron en diccionarios de autoridades hasta su inclusión en los de la Real Academia Española. Y entonces, “si salió en la prensa”, es correcto, tal era el respeto que antes se le tenía al periodismo.

Las nuevas promociones, con su intelecto y talento renovador, necesitaron consustanciarse con su estilo. Cierta preparación para utilizar aquellas herramientas que hicieron de otrora medios populares, periódicos de vanguardia, de trabajo, de soluciones.

Se ha señalado a Miguel Ángel Capriles Ayala como Padre del Periodismo Popular, pero básicamente fue el alumno más brillante que ha tenido Ultimas Noticias.  Fundador del diario en la atención administrativa, pero su  trabajo directo con obreros e intelectuales lo convirtieron en una suerte de periodista que muy pocas veces egresa de una universidad, con una memoria excepcional que le permitía citar a estudiantes, profesores, académicos, filósofos, políticos, científicos, amas de casa, etc,  a quienes atendía a solicitud, en sus mejores días de consecuente lector de buenas obras del boom literario del momento.

Los editoriales de MAC lo llevaron a la Convención contra la Deuda Externa en La Habana, donde se confesó valientemente “un capitalista” y se ganó uno de los mayores aplausos del foro, utilizando en su discurso un lenguaje realmente ultimeño y de total comprensión para un público bastante heterogéneo. Este periodista hizo el tabloide que hoy me tiene entre sus lectores, sin desmeritar a la trilogía de fundadores.

La tarea  de cada reportero  en este diario es un estudio filológico particular sobre el lenguaje cotidiano utilizado en diversos escenarios o fuentes de su trabajo. Las palabras y frases más utilizadas en el parlamento, en el barrio, en el terreno de juego, etc, etc, etc.

Palabras como “chamo”, “geva”, “yerro” y frases como “lo bajaron de la mula”, “lo guindaron”, “le cayó a muelas”, a modo de ejemplo, son utilizadas por gente distinta y sitios diversos, pero conforman un lenguaje habitual y comprensible para el colectivo.

Es común despedirse de una conversación a través de celulares con “dale, pues”. “De pana” es tan común y ya comienza a enriquecerse con otras connotaciones, como nuestro “sabroso” que además de su significación básica,  se usa para designar todo lo bueno, un manjar, una bulla, una fiesta o un partido de béisbol.

Un análisis certero y “sabroso” hace el profesor Alexis Márquez Rodríguez de nuestro “infeliz”,  en uno de sus últimos artículos. La palabra adquirió en nuestro país mayores significados de uso que su componente feliz. “El colmo es que un infeliz como ése pueda ser ministro”, dice como ejemplo de la riqueza semántica que la gente le ha otorgado a la palabra.

Pero todos en nuestro país hablamos español y en ese idioma debemos escribir; sólo que también debemos incorporar palabras y frases utilizadas en el lenguaje común, a riesgo de no entender a nuestros muchachos, sin olvidar jamás el correcto uso de las palabras, para no caer en lo chabacano y vulgar.

Esta proposición invita a mantener la mente abierta para entender significados, a veces “entre líneas” conque el olfato periodístico que da el oficio nos ilustra. Nosotros seremos humildes veedores con experiencia para no desviar el camino hacia el éxito obtenido con “el hampa con el moño suelto” y  “ahora sí se acabó el pan de piquito”.

Nadie olvidará jamás aquellas advertencias de Ultimas Noticias, porque las llevaba en la piel y en la señal de la cruz al salir de su casa, “Sálvese quien pueda” que acompañó grandes titulares de su página roja.

Todo ciudadano crítico y pensante es de alguna manera un periodista en ciernes, aunque no ejerza el oficio, porque el ser periodista no es simplemente una carrera universitaria, es una forma de ver la vida. Es hurgar en las causas de los males y las injusticias de una sociedad cada vez más compleja. Es una fuerza inquietante que impulsa la búsqueda de soluciones. Es un compromiso del que no es fácil escaparse y que hace que los sueños lleguen a materializarse.

Porque la función del comunicador social no debe limitarse a la transmisión de información o quedaría como un virtual repetidor de los ecos noticiosos. Por el contrario, debe generar a través de su trabajo la confrontación sana y amistosa, que tenga como finalidad la solución concreta de los problemas, como por ejemplo, propiciar la movilización de las autoridades competentes para el buen funcionamiento de una escuela o un centro asistencial. De allí el poder de la denuncia, muy frecuentemente con todas las expresiónes del lenguaje popular vehículo del que se valen las comunidades y los más necesitados para intentar poner fin a su drama.

Con el respaldo de sus lectores la información sufrió transformaciones, pero el alma colectiva inmortal del pueblo es difícil que se agote en su esencia, por eso sigue ocupada permanentemente del quehacer noticioso, con el lenguaje popular de bandera para renovar en el ser pensante, su capacidad de asombro. El destino inexorable se cumple.

Muchos creen que los periodistas llevamos en nuestro genoma la libertad de prensa, cuando en realidad sólo somos uno de los instrumentos de los que se vale la democracia para canalizar con un sello personal y responsable las demandas de la sociedad.

Somos testigos excepcionales, abiertas las puertas del tercer milenio nos acoplamos a una velocidad superior, regocijados dentro de la enorme capacidad de asombro del ser humano y en la autopista de la información,  vinculamos la profesión al quehacer cotidiano empleando el propio lenguaje de la gente común.

En cierta ocasión, en mi época de estudiante ucevista, un profesor de la Escuela de Comunicación Social me dijo que el periodismo era la tumba del poeta y del escritor creativo. De cierta manera es verdad, el profesional de esta disciplina debe apegarse a la verdad y cuando se interpreta lo que quiso decir una persona de los barrios, con su lenguaje habitual, muchas veces alteramos el sentido de las cosas y nos alejamos de ella.

Como el gato que, raudo cruza la vía del tren confiado en su rapidez, con la mala suerte que en el intento el tren le corta la cola. El felino se devuelve a buscar su rabo y otro tren que venía en dirección contraria le corta la cabeza.

Por supuesto, el aporte universitario es fundamental y debe ser aprovechado por el diario, pero es necesario que los periodistas de Ultimas Noticias, cuna del periodismo popular en Venezuela,   reciban la  experiencia y comprensión de este lenguaje cotidiano y aprendan a manejarlo sin miedo, con academia y originalidad, para que no les pase como al gato y “pierdan la cabeza por un rabo”.

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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