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“Manzana prohibida”

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“Manzana prohibida”: Por Josué D. Fernández.- El traer a la mente hechos capitales es una experiencia de aprendizaje voluntario, que toma dimensiones desorbitadas cuando se concentran además en varios días y meses seguidos. La manzana prohibida de principios del Génesis constituye la muestra más universal, protuberante y perdurable. Siglos de por medio se repite algo menos avasallador, teniendo rasgo aproximado por lo increíble e inesperado en 1929, en Venezuela, casi nueve décadas atrás, cuando a mediados de enero se produjo el terremoto de Cumaná, de 7.0 grados en la escala de Richter, asociado al último tsunami en costas venezolanas, y olas de entre 4 y 5 metros de altura. Las secuelas telúricas invadirían igualmente el área política local con intensidad portentosa, y comenzarían a palparse a pocos días de ese suceso en el asesinato en Curazao del general Hilario Montenegro, acusado de varias rebeliones contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.

En el mismo 1929, luego reaparece el jefe guerrillero general Emilio Arévalo Cedeño con su sexta invasión. Continuando en marzo, los civiles por su lado no se quedan atrás, y los exilados en Paris se unen en la “Junta Suprema de Liberación Nacional”, poniendo su mira contra la dictadura.  En los tres meses siguientes se reportan serios amagos de militares adentro y afuera, y al llegar a junio se registra la toma del fuerte Ámsterdam de Curazao por revolucionarios venezolanos de los de antes. Ellos se apoderan del vapor “Maracaibo” y se dirigen a la Vela de Coro con 150 combatientes; aunque el hambre, la sed, y el desconocimiento de la sierra coriana, acaban con esos humos.

El 19 de julio constituyó asimismo una fecha relevante porque se inició el viaje del “Falke”, buque arrendado por la “Junta Suprema de Liberación Nacional” para hacerlo zarpar de la Ciudad libre de Dánzig −protectorado de Polonia al terminar la primera guerra mundial−, rumbo a las costas del estado Sucre, con casi un centenar de voluntarios, dos mil fusiles, cuatro ametralladoras sin montura, 24 carabinas, 24 revólveres, y 1.286 cajas de municiones.

Los objetivos “no fueron alcanzados entonces”, pero esa no fue la última vez que se perdería  una lucha para insistir después con diferentes estrategias, sin separarse de la gran meta. Más aleccionadora resultaría la indispensable coincidencia de militares y civiles para fortalecer intentos por conquistar un país de libertades. En los antecedentes y posteriores eventos de la toma del fuerte Ámsterdam de Curazao se destaca como a Gustavo Machado, le acompañarían Rafael Simón Urbina, Miguel Otero Silva, Gustavo Ponte Rodríguez, Guillermo Prince Lara, José Tomás Jiménez Arráiz, Pablo González, Miguel Ángel Paz y 32 trabajadores venezolanos de la refinería petrolera curazoleña.

En la expedición del “Falke”, con errores y aciertos, la historia recoge los nombres de Román Delgado Chalbaud, cabecilla que muere en las primeras horas en tierra firme, José Rafael Pocaterra, Pedro Elías Aristeguieta, Y en los preparativos a Santos Aníbal Dominici, Alberto Smith, Pedro Lugo Delgado y el general Leopoldo Baptista. También contribuiría el general José Rafael Gabaldón, al creer que los generales Emilio Fernández y Eleazar López Contreras, este último jefe de la guarnición de Caracas, tomarían parte en el alzamiento.

Para la época, la incipiente riqueza petrolera apenas satisfacía contados bolsillos, siendo lo común la penuria en el campo, por toda Latinoamérica. El paisaje serviría de letra para la composición del puertorriqueño Rafael Hernández Marín, quien extrajo de allí el “Lamento Borincano”, para describir las condiciones de pobreza, replicadas más allá de su Isla, en ese 1929 lleno de acontecimientos. Busquen la versión de Marc Anthony.

 

En el 1929, de acuerdo a lo cantado, en las duras faenas de sus propios conucos, o peor como peones de haciendas, la mejor suerte de los campesinos estaría en salir a la ciudad con el cargamento de su cosecha, “lleno de felicidad, pensando en remediar la situación del hogar que es toda su ilusión”. Sin embargo, la vida en la ciudad, con superior fortuna podría ser muy diferente según narración de Teresa de la Parra, escritora venezolana nacida en Paris, aristócrata, autora de “Las Memorias de Mamá Blanca”, publicada a la par en 1929.

En la mencionada novela,  en el perfil de uno de sus personajes, de naturaleza pizpireta,  se lee: “Siendo así que la palabra ‘depravado’ no formaba parte de nuestro vocabulario, nosotras también conferenciamos a fin de cambiar impresiones y dilucidar cuál podría ser aquel nuevo y terrible defecto de nuestro amigo Vicente. Como era de esperar, Violeta se apresuró a tomar la palabra y humillándonos con su saber, declaró ex cátedra que eran ‘depravados’ todos aquellos cuyos techos de paja estuvieran ahumados y desgreñados como lo estaba el rancho de Vicente. Que ella sabía eso: ‘¡Púuuu! ¡Desde cuándo!’”.

En 1929, tal vez sin equivalentes en lo adelante como cadena compacta de hechos para acabar con dictaduras, y reducir tensiones de supervivencia de la  gente del campo, la ciudad, los militares o los civiles, de forma análoga encajaría la estrofa de: “Todo aquel que anda de noche arrastrando las cadenas, lleva un dolor en el alma y va ocultando una pena”.  Así lo repite con música Andy Montañez, y el Gran Combo.

 

Ensayo audiovisual para público de pregrado, disponible en la voz del autor, en colección de Josué D. Fernández, completa al hacer click en:  “Experiencias Mayores”, encartado del programa “Estamos en el Aire”, a las 4:30 de la tarde, cada sábado. Breve espacio editorial ligero, canal de catarsis del desconcierto de su autor, con música a propósito del asunto que trata, entrevista y  gotas de humor.  Por http://www.radiorumbos670am.com.ve/, en cuya discusión los interesados pueden tomar parte por los teléfonos +58 212 284.04.94 y 285.27.35, por Twitter, a Josué Fernández, @jodofeal, por canal de YouTube, o www.comunicadorcorporativo.blogspot.com

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Don Víctor Julio Coronel: La historia viva del municipio Bejuma

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Don Víctor Julio Coronel: Historia viva del municipio Bejuma- Agencia Carabobeña de Noticias - Agencia ACN - Opinión
Foto: Cortesía Luciano Rosso
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Don Víctor Julio Coronel Pinto representa la historia viva de municipio Bejuma y por eso ocupa el cargo de cronista de la población desde hace trece años. Gracias a su honestidad; sus principios y su forma de actuar, se ha ganado el respeto de todos los que le conocen.

Con sus 93 años a cuestas, lo encontramos sentado en la mecedora de su casa ubicada en sector Pueblo Nuevo, donde habita con una de sus hijas y su yerno. Víctor Julio nos indicó que nació un 13 de diciembre de 1930, siendo sus padres fueron Ramón Coronel Tortolero y Magdalena Pinto.  Fue el segundo de ese matrimonio, que también engendró a Teresa, Alí, Celina y Tulio, de los cuales sólo quedan, él y Tulio. De su nacimiento, su madre le contó que la partera llegó a las 4 de la madrugada con una lámpara de kerosene debido a la oscuridad y la neblina.

Su primaria la estudió en una escuela ubicada en la casa de la señora Bacalao, donde se sentaba  en una “silleta” hecha de cuero de chivo. Allí estuvo hasta que inauguraron la Escuela Don José Laurencio Silva, la cual estaba ubicada donde ahora es la zapatería de la familia Anka. Allí  estudió hasta cuarto grado que  era  lo que había para la época. “El que salía de la escuela,  o se ponía a trabajar o se iba a Valencia para continuar estudiando”, comentó.

Don Víctor Julio Coronel: La historia viva del municipio Bejuma

En su relato indica que trabajó en el campo con su padre, hasta que puso a laborar en una panadería llamada “La Reina”, de Don Pedro Tortolero. También trabajó en una bodega llamada “La Mano abierta” y en una ferretería que era de Rafael Flores y Francisco Tovar. “A los 19 años me casé con María Carlota Palencia y nos mudamos a Valencia donde trabajé en la Volkswagen; en ACO, en Agrícola Carabobo y en la Mueblería Cara, entre otras empresas.  “Hice un curso de ventas y me puse a trabajar con mi hermano Ramón vendiendo casas y terrenos. Además, tuvimos una venta de cosas usadas”.

Don Víctor Julio Coronel: Historia viva del municipio Bejuma- Agencia Carabobeña de Noticias - Agencia ACN - Opinión

A sus 93 años, aún recuerda la historia local.

Fruto de su matrimonio nacieron: Carlos Julio, Gloria, Marbella y Marlinda.

Cronista desde el 2011

De regreso a Bejuma, trabajó en la rama de bienes y raíces junto con su esposa y estuvo colaborando “ad honorem” en la Alcaldía de Bejuma en los asuntos de historia del municipio. En el año 2006 fallece la cronista Anaminta Ruíz y en el 2011, se llevó a cabo la elección de un nuevo cronista por parte del Concejo Municipal, siendo escogido Víctor Julio Coronel, cargo que hasta hoy ostenta.

En materia de religiosidad, nuestro personaje siempre ha sido devoto de San Rafael Arcángel y un gran colaborador con las labores de la iglesia católica. Relata que ayudó a los padres Ramírez, Belarra, Villanueva, Insiso, Alfredo Rodríguez; y a Monseñor Medardo Bacalao, a quien recuerda como un hombre trabajador y de una conducta intachable.

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Cura herido

A propósito de la iglesia, Víctor Julio, relató que en una oportunidad, el cura le pidió que tocara las campanas; pero cuando estaba en el campanario vio un pajarito montado cerca de un vitral que estaba colgado en el techo. “Yo siempre cargaba una china y me puse a lanzarle una piedra al pajarito con tan mala puntería que le pegué al vitral rompiéndolo en pedazos. Una parte de los vidrios le cayó al padre que estaba orando frente al altar y le hizo una herida en la oreja; afortunadamente leve. Al ver la caída del vitral, alguien grito ¡temblor! y todos salieron corriendo de la iglesia”.

Entierros sin bendición

De la historia de Bejuma, cuenta que la fecha de su fundación había 17 familias provenientes de  Aragón y de Sevilla (España). “En principio pertenecíamos a Nirgua y el lindero era el río de La Mona. Montalbán la fundan el 13 de enero de 1735 y Bejuma era una de sus comunidades. Para  todo debíamos a ir a Montalbán pasando el rio Bejuma y el rio Aguirre. Inclusive los  muertos los enterraban sin la bendición del cura, porque era muy difícil ir a buscarlo. Fue en el año de 1843 se  funda la población que en un principio se llamó Bejuma  de San Rafael”.

De esta manera, nos despedimos de este personaje que publicó el libro “Relatos de Bejuma” y un folleto titulado “Historia de san Rafael”. Como mensaje a los jóvenes, Víctor Julio los emplazó a que estudien y se preparen cada día más. “Que sean respetuosos, honrados y que tengan mucha fe en Dios”, concluyó.

Con información de ACN/HM

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