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En el lodazal

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En el lodazal: Por Enrique Ochoa Antich.- Chapotean allí varios pícaros. Cual malolientes marranos. En sus ropajes se divisa el rojo carmesí;  el dorado con negro, el naranja azafranado, el azul del mar. Empresarios reinosos, voraces burócratas, diputadillos truhanes, meretrices…;  Este país macilento, devastado, saqueado, observa con estupor y asco.

¿Quién roba más? ¿Son más corruptos éstos que nuestros granujas de siempre?

¿Acaso el mal radica en su naturaleza humana? La ontología no otorgará muchas pistas;  en este asunto esencialmente político.

Si una razón tiene el latrocinio de los dineros públicos;  más allá de los bribones en ristra, es el desembozo autoritario y la fractura institucional. Una república que no lo es;  sin contrapesos ni controles, tiene la batalla perdida de antemano. Hubo una vez un caudillo que puso su ruda mano;  sobre los Poderes Públicos y los sometió a su suprema voluntad.

Luego el Parlamento dejó de interpelar a funcionario público alguno;  inmemorial costumbre de la “despreciable” democracia liberal. Descalificados los medios de comunicación (y muchas veces auto-descalificados);  el país dejó de creerles, y así la acción contralora de la opinión pública;  pasó a ser una borrosa nostalgia. Y luego quienes reprobaban desde la oposición a los tunantes del gobierno;  escogieron el desbarrancadero del Estado paralelo;  es decir, des institucionalizaron aún más al Estado;  y así echaron mano sin control ninguno a cuanta plata manaba de las arcas del imperio.

¿Qué se podía esperar de este desbarajuste? ¿Era evitable el festín fétido y purulento que presenciamos hoy? Muy poco probable.

Si en una epifanía de buena fe, estos dos gobiernos que no lo son -el fáctico, que ocupa

Miraflores, y el de mentirijillas, que se extravía en Capitolio- procuraran acordarse;  si no para conducirnos hacia una democracia plena con progreso para todos;  sí al menos para atacar asuntos nodales que agobian a la nación;  energía eléctrica, agua, inflación, alimentos, medicinas, digo yo;  acaso podría pensarse también;  en “un Pacto Anti-corrupción” que permita restituir escenarios independientes de contrapeso;  y control para unos y para otros.

Tarea para la Mesa y para la Asamblea. Que el Contralor deje de ser un indulgente camarada. Que las investigaciones parlamentarias las dirijan los contrarios, según sea el caso. Que se restituya la constitucionalidad, a todos estos efectos.

Y si aspiráramos a más, ¿no podríamos los moderados, y los dialogantes, y los demócratas, y los patriotas;  de lado y lado, coaligarnos para cogobernar por unos años;  mientras sacamos al país del foso?  Es lo que he llamado la vía polaca.

El “embajador” clama al cielo. Con ojos llorosos, expone su vergüenza a la vista de todos. Le duele su honor mancillado. Constata el fracaso tangible del mantra engañoso.

Pero su reacción no es revisar y rectificar, sino huir hacia adelante: más extremismo;  por favor. Igual hace la Juana de Arco más delirante: critica al diputado-presidente-delos-espejismos pero…;  ¡por no ser suficientemente radical! O sea, no hay error en la política;  lo que propugna es insistir en ella. Al borde del abismo, vocean;  ¡Un paso al frente! También los comunistas, visto el fracaso de sus gobiernos totalitarios;  proclamaban que la salida era profundizar la revolución, nunca corregirla. El MIR y el PS torpedearon el repliegue plebiscitario de Allende;  y exigían fusiles para la clase obrera.

Hasta 2018, Maduro y sus conmilitones creyeron que había que profundizar;  el legado de controles y más controles sobre las leyes del mercado;  y así nos trajeron a esta catástrofe. Unos y otros siguen avanzando, a la caza de un horizonte imposible, aquella

-proximidad de lejanía- que nos dijo Andrés Eloy. Parafraseando al asesor de Clinton, habría que decir;  “Es la estrategia, estúpido”.

¿Será posible que una tercera opción levante la cerviz de este país subyugado por los extremos?

No lo sé. Por momentos, titubea mi optimismo. Pero sí sé que ésa es la únicaruta para acceder a un cambio en paz… y aún más, si queremos que Venezuela sea de nuevo una nación viable.

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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