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James Monroe y Donald Trump

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James Monroe y Donald Trump: Por Asdrúbal Márquez.- De antaño hasta hogaño el imperio gringo sigue devorando.

Es claro que la historia norteamericana está repleta de presidentes nocivos. De ahí las palabras famosas del 3er presidente Thomas Jefferson “El dinero, y no la moral, es el principio de las naciones fuertes.”

Nuestro interés, de todas formas, es centrarnos en el 5to presidente, James Monroe (1817-1825). Su antecesor fue James Madison, reconocido por su contribución a la redacción de la Constitución de los Estados Unidos  y a la Carta de Derechos de los Estados Unidos, que son las 10 primeras enmiendas de la Constitución, pero seguía manteniendo cientos de esclavos. Su sucesor John Quincy Adams fue quien elaboró la famosa frase “América para los americanos”.

En su alocución, en el séptimo mensaje anual al Congreso, el 2-12-1823, James Monroe expresó “América para los americanos”, lo que ahora se conoce como la Doctrina Monroe y se ha convertido en lo que representa hoy la política exterior norteamericana.

Los principios básicos de la Doctrina Monroe, los resumimos en: las potencias europeas no pueden intervenir en los asuntos de los estados americanos; toda intervención europea será considerada como un acto hostil para Estados Unidos y, no se pueden crear más colonias en América.

Es claro que esta postura generó inquietud y agradecimiento. Los críticos, intelectuales de la época, agradecen el apoyo gringo en la lucha que se libraba contra los enemigos invasores, pero veían desde ya el poder que asumía Estados Unidos, en las nacientes repúblicas.

Su postura lo lleva a “robarse” un pedazo de tierra en África, otros argumentan que la Sociedad Colonizadora Americana compró un terreno en 1821, para fundar la actual Liberia, siendo su capital Monrovia, la idea era que fuera la patria de la población negra estadounidense. Liberia país pobre e inestable es el legado de un presidente que prefirió exiliar a los negros antes que luchar por sus intereses. Estaba convencido que era imposible luchar por los derechos de los afro americanos en Estados Unidos y por ello era mejor que buscaran futuro en África.

Para aquellos años, el pronunciamiento de la Doctrina Monroe, eran simples palabras, si tomamos en cuenta que el país del norte no hizo nada cuando Gran Bretaña ocupa las Islas Malvinas en 1833; tampoco cuando España invade República Dominicana en 1845 a 1850. Callaron ante la ocupación inglesa de la Costa de los Mosquitos, Nicaragua, en 1855. No reaccionaron a la intervención francesa a México entre 1861 a 1865. Se hicieron los ciegos a la ocupación británica de la Guyana en Venezuela. Lo que si se percibe es la idea clara que “América Latina es el patio trasero de EE. UU”.

Para 1880, la expansión gringa se reafirma, al señalar que el Caribe y Centroamérica, son parte de la esfera de influencia exclusiva para EE. UU. Posición asumida por el 19vo presidente: Rutherford Hayes (1877-1881). Además, con el corolario de Theodore Roosevelt, el 26vo presidente (1901-1909), establece que, si un país europeo amenaza o pone en peligro los derechos o propiedades de Estados Unidos, el gobierno está obligado a intervenir en los asuntos de ese país para establecer los derechos y patrimonio de sus ciudadanos. Como vemos esta era la carta en blanco para intervenir en América Latina y el Caribe. Es lo que conocemos como la política del gran garrote, tomada por el presidente de EE. UU, de un proverbio africano “habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegaras lejos”.

Con esta idea se aprobaba que ante las debilidades y desordenes en algunas repúblicas latinoamericanas, los EE. UU tenían la potestad de restablecer el orden; primero presionando a los caudillos con la ventaja que representa el apoyo político y económico de Washington (hablar suave), luego recurriendo a la intervención armada (el gran garrote) de no obtener resultados favorables.

Ahora bien, revisando la política exterior gringa, ha sido una política de intervención, su fin único es dominar territorios soberanos. Han destruido naciones, han asesinado, han desestabilizado con la participación de sus aliados nacionales y ONG, para provocar el derrocamiento de gobiernos que no responden a la política ni a los intereses de EEUU.

Hoy día operan las llamadas fake news, los gringos utilizan esencialmente a mercenarios, quienes ejecutan atrocidades para luego culpar de ellas al gobierno que se pretende derrocar. Contando con el apoyo de las grandes transnacionales de la comunicación, que trabajan de la mano con entes nacionales y organizaciones no gubernamentales para la creación de las matrices que les permiten crear una mala imagen del gobierno que buscan inculpar. Fue lo que hicieron en Libia, Siria y Ucrania. Claro es lo que pretenden hacer contra Venezuela.

En nuestra América las agresiones de Estados Unidos son perfectamente conocidas; Brasil (1961-64); República Dominicana (1963-66); Cuba (1959 a la fecha); Chile (1964-73); Nicaragua (1978-79); Granada (1979- 84); Panamá (1989); El Salvador (1980-92); Haití (1987-94); Venezuela (2002); Honduras (2009).

Ahora se nos presenta el tal Donald Trump, el 45vo presidente quien hace alarde de conocer de la historia e invoca la famosa doctrina Monroe. En su intervención en la 73 Asamblea General de la Naciones Unidas, el mandatario tuvo el tupé de llegar tarde a la sede de la ONU, para dar su segundo discurso como presidente. Se sabe que, como líder del país anfitrión de la Asamblea General, Trump tenía el privilegio de hablar de segundo en la sesión de debate general que se celebra cada año en la ONU, después de Brasil, que interviene siempre de primero por razones históricas.

Sus primeras palabras fueron que él había hecho en dos años de gobierno más de lo que hicieron otros presidentes en la historia de su país, el auditorio de la Asamblea General estalló en risas. Atacó fuertemente la visión ‘mundialista’ del planeta, postura asumida por países que defienden el multilateralismo en la ONU, así como por intelectuales en EE. UU. En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, aseguró que la Corte Penal Internacional (CPI), “no tiene ninguna jurisdicción, ni legitimidad ni autoridad”. Más temprano, su consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, amenazó con procesar a jueces de la corte de La Haya si acogen acusaciones contra las fuerzas estadounidenses en Afganistán.

Con respecto a China, Trump dijo que el desequilibrio comercial con la potencia asiática “no puede ser tolerado” y tuvo duras palabras hacia la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Atacó “la dictadura corrupta” de Irán y dijo que sus líderes “siembran el caos, la muerte y la destrucción”. “No podemos dejar que el mayor auspiciante mundial del terrorismo posea las armas más peligrosas del planeta”.

Con respecto a Venezuela señaló: “el régimen” de Maduro es un peligro para la seguridad del pueblo Venezuela y dijo que su gobierno es uno que “pudiera ser derrocado muy fácilmente”.

Este sujeto no entiende la política internacional, pero ya se sabía algo de ahí que es importante recordar las palabras de Hillary Clinton, cuando señaló sobre “la posibilidad de que los códigos nucleares de EE.UU. pudieran quedar en manos de Trump, a quien acusó de falta de temperamento y experiencia para ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas”.

Así mismo, las de James Comey, ex director del FBI, quien argumentó “Trump está moralmente incapacitado para gobernar”.

Donald Trump ha hecho comentarios racistas, sexistas y xenofóbicos. Miente y ataca a la prensa cuando algo no le gusta. Y es un mal vecino. El mismo día que anunció sus aspiraciones presidenciales -el 16 de junio del 2015- llamó criminales y violadores a los inmigrantes mexicanos. Luego amenazó con deportaciones masivas, con construir un muro inútil en los 3,185 kilómetros de frontera con México y con terminar el Tratado de Libre Comercio que ha generado millones de empleos en tres países.

Como vemos a Trump no le va muy bien, solo el 38.7% de los estadounidenses está de acuerdo con su manera de gobernar y 54.8% la desaprueba. Esperemos que, en las elecciones de noviembre, el Congreso gringo cambie y, el tal payaso Trump sea llamado a un impeachment. Eso pasa con los que atacan a Venezuela se secan solitos. Como podemos ver: en antaño dominaron y en hogaño pretender seguir en lo mismo. Ahora con más entusiasmo el gorila blanco aplicará o buscará definir la tan buscada Republica Yanqui Universal, expandirse a lo largo y ancho de toda la tierra.

No olvidemos que, los presidentes gringos, como miembros del poder tienen como ideología política sembrada, el destino manifiesto, de acuerdo a esto son el pueblo elegido por dios para controlar y dominar otros países del mundo, son ellos quienes deben llevar la luz, la civilización a los países débiles, incivilizados.

Sin embargo, La patria clama y el Socialismo es el mandato del pueblo, nuestra lucha es permanente. Patria Socialista ya.

Asdrúbal Márquez – [email protected]

Caracas, 4 de octubre de 2018

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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