La verdadera guerra - ACN La verdadera guerra y el tamaño
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La verdadera guerra

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La verdadera guerra: Por Américo Martín.-

El tamaño ideal de los ejércitos es el más adecuado para procurar sus objetivos en sana paz. Por eso la diplomacia debe controlarla todo el tiempo. A su vez, la fuerza armada, originalmente llamada Ministerio de Guerra y Marina, que cambió al mucho más pertinente de Ministerio de la Defensa, según Decreto Nº 348 de la Junta Revolucionaria de Gobierno de 22 de Junio de 1945, es el dispositivo institucional para asumir la difícil tarea de la guerra.

Pero si su único propósito fuera ese, solo tendría  que atacar con todos sus recursos, conforme al lema de “la guerra es la paz” postulado por George Orwell, autor de la oprobiosa novela 1984, obra de agudo terror si no hay mejor manera de presentarla. Las guerras que se libraron en ese siglo fueron, ciertamente, perdiendo ferocidad al tiempo que afilaban su perfil político.

No obstante el signo antiliberal amarillo, específicamente, contra Guzmán y luego contra el piache Joaquín Crespo;  resultó ser fundamental.  La causa de la expansión territorial del liberalismo; sostuvo Castro durante el curso de los acontecimientos, fue la muerte casi accidental de aquel guerrero luchador. De Castro, se había permitido el bravo guariqueño un juicio malicioso que a mí, por lo menos, me pareció muy certero. Supongo que no al general andino, tal vez por mordaz y burlón.

Es tan pequeñito y vanidosito –soltó Crespo- que ya  no cabe   en  su cuerpecito.

Favoritos y sucesores

Pero la lucha por el poder se despersonalizó en alguna medida. Las coaliciones liberales tenían favoritos y sucesores. Del partido conservador paecista se perdió el rastro; pero aun así lideres importantes como el general  Soublette  siguieron bailando el juego muy a pesar de que el partido de Páez; otrora muy poderoso, no tendría nada que buscar si tomaba la decisión de suicidarse; si enfrentaba a los cinco candidatos que dividieron la oferta liberal. Conque simplemente hubiese adherido a la del favorito de Crespo, el general Ignacio Andrade, les hubiera ido mejor, a él y a Andrade.

Como puede verse, el fraude se había puesto de moda. Mejor, claro  está, en lo relacionado con la transparencia. Solo eso –quizá- y me atrevo a dudarlo; el descrédito cosechado por aquel arrebatón electoral, habría tenido consecuencias insospechables.

Por cierto, no dejaron de usarse triquiñuelas de la peor especie; una, el fraude mismo para beneficiar al general Andrade, en contra del general José Manuel Hernández, el “Mocho”; desde que un machetazo le cercenó tres dedos de la mano derecha; y no obstante, siguió peleando como un bravo.

La otra, el general Hernández, aun siendo un hombre recto; le cambió el nombre al partido democrático, fundado por Nicomedes Zuloaga; que había postulado su candidatura, por Partido Liberal Nacionalista; para confundir a los electores, no fueran a creer que él seguía siendo conservador. Ese tipo de maniobra era corriente en aquella época de tanta debilidad principista.

¿Qué nos espera en los albores del siglo XXI?

Las alusiones a fraudes no han cesado y, por el contrario, se han extendido a una comunidad internacional cada vez más comprometida con la democracia venezolana. De nuevo se habla de invasión militar con la misma ligereza de siempre, se pide que los países solidarios con Venezuela pongan la ayuda, las armas y los cadáveres, cuando lo que debemos hacer es esgrimir con firmeza la consigna de elecciones libres, transparentes e internacionalmente observadas, en fin, elecciones viables. Venezuela y el mundo democrático no pueden pasar de allí, la alianza democrática debe ser plena y sin contradicciones.

La diplomacia, en nuestros días, tiene que ser perfectamente coherente y no excluir algo que ha sido igualmente solicitado por la comunidad internacional: la negociación entre las partes principales de este conflicto, con base en la tesis de que nadie quede por fuera, porque la tragedia venezolana así lo impone.

El caso es que el juego entre las dos partes de la negociación parece trancado. Debo reconocer la importancia del llamado de Guaidó a la Consulta Popular para que el generoso gesto solidario de la comunidad internacional no resulte confinado a decisiones mundiales sin la clara participación de los venezolanos. Gracias, muchas gracias, a todos los que condolidos por el drama venezolano han aportado moralmente a recuperar la confianza y la resistencia de Venezuela, que sufre.

La salvación de este país es, de manera singular, la salvación de la libertad, la democracia, la convivencia civilizada y la prosperidad material y moral.

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La plaza salvador Montes de Oca en Guaparo fue profanada

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plaza salvador Montes de Oca
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Por: Cora Paez de Topel

Un lugar emblemático de la ciudad, como lo fue desde el día en que en el año 1977 el alcalde Paco Cabrera  inauguró la plaza, enmarcada en los 75 años de la Arquidiócesis de Valencia, con la estatua del ilustrísimo segundo Obispo de Valencia, Monseñor Salvador Montes de Oca, ejecutada por el escultor Antonio Rodriguez del Villar, a manera de honrar la memoria del Obispo mártir, quien está en vías de beatificación por su labor eclesiástica en defensa de la acción episcopal de la iglesia católica.  La plaza ocupa una hectárea de terreno donada por el empresario Rafael Yanez Gordil.

Su nombre ha sido profanado de una manera infame por el gobernador Rafael Lacava, al sustituir la toponimia del lugar  por la del vampiro Drácula, desplazando la estatua para colocarla lejos de su pedestal original, al lado de una placa publicitaria del régimen que él apoya.  A la entrada de la plaza, en las rejas que la cercan, el nombre de Drácula Kids se retrata cerca de la cara sonriente de Lacava y de la foto a color de  Nicolás Maduro, vestido de Superman, lo cual es una bofetada a la ciudadanía valenciana, que esperaba la recuperación de la plaza y la restauración de la estatua por  parte de la  municipalidad.  Ya no es aquella hermosa plaza sombreada por altos árboles, bajo los cuales los ambientalistas caminában para respirar aire puro y ejercitar el cuerpo, viendo el rostro de Monseñor Montes de Oca en la imponente estatua, al tiempo que elevában  una oración al Cielo por su pronta beatificación.

En el año 2022,  una  afrenta sufrimos los valencianos al ver en la entrada de  la plaza en la Avenida Bolívar Norte, el castillo de Drácula abrir las puertas a los visitante acompañados por niños que juegan montados en los aparatos al estilo de los de los parques de atracciones, en varios de los cuales hay que pagar.  Hay puestos de comida registrados bajo la marca comercial Drácula.  Franelas, vasos, gorras, con la figura del vampiro,  están a la venta.

En días pasados la periodista Carolina González, Jefe de Redacción del diario “El Carabobeño”,  cuya edición impresa dejó de publicarse por los altos precios del papel,  lo que dicho sea de paso  no dejamos de lamentar,  escribió el excelente texto   “Valencia Vs Drácula” o La Identidad Perdida de una Ciudad.  Drácula y  Superbigotes son los alter ego de Rafael Lacava y Nicolás Maduro, que intentan borrar los íconos del pasado  propios de la identidad del valenciano, para sustituirlos por los suyos propios de la supuesta revolución del s. XXI, que pretenden perpetuar bajo la sombra oscura del vampiro Drácula.

Con detenimiento he tenido ocasión de leer la biografía del Obispo Montes de Oca, en los cuatro libros que conservo escritos por relevantes historiadores:  Juan Correa,  tituló el redactado  por él:  “Inefable Monseñor”, texto que conmueve el alma por el profundo análisis de la vida del  venerable Prelado.  “Montes de Oca, el Obispo Mártir”, escrito por Ricardo Mandry,  Douglas Morales y Simón Salvatierra, quienes siguen las injusticias de que fue víctima el Sacerdote,  desde la férrea dictadura del general Juan Vicente Gómez, cuando lo desterró en 1929, al oficiar en la misa  del Jueves Santo a favor de los presos políticos que sufrían en las cárceles.    La breve biografía de Monseñor “Camino a los Altares”, escrita por Mons. Baltazar Porras Cardozo es un sentido homenaje a la figura cimera del episcopado patrio del s. XX.  Y el voluminoso texto “Acción Episcopal de Monseñor Salvador Montes de Oca”, escrito por el Presbítero Luis Manuel Díaz, quien es Individuo de Número de la Academia de Historia del estado Carabobo y Director del Archivo Eclesiástico Monseñor Gregorio Adam.  En su destierro ingresó a la Cartuja de Farneta, ofreciendo su vida por la santidad de los sacerdotes.  Murió fusilado por los miembros del ejército nazi el 6 de Septiembre de 1944 en Italia.

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