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La trampa perfecta

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La trampa perfecta: Por Vladimiro Mujica.– La protesta nacional convocada por el presidente (e) Juan Guaidó el 16N dejó en muchos venezolanos, en Venezuela y en la diáspora, la compleja sensación de excelente, pero no suficiente; de avanzamos, pero no triunfamos. La declaración explícita de Guaidó acerca de que sigue faltando la reacción de los militares para que pueda cumplirse la agenda de su gobierno colegiado, y de la gran mayoría de los venezolanos: cese de la usurpación + gobierno de transición + elecciones libres, es sencillamente el reconocimiento de una verdad que se ha hecho aún más evidente después de lo ocurrido en Bolivia.

Pero la constatación del hecho ineludible de que nos falta un elemento crucial para destrancar el juego del enfrentamiento entre el pueblo venezolano y sus opresores obliga al gobierno colegiado y al movimiento de resistencia democrática a una reflexión muy importante: ¿qué ocurre si termina por negociarse una transición que culmine  en un evento electoral?. O en otras palabras: ¿qué es un organismo electoral y condiciones confiables para la resistencia democrática? La pregunta es muy de fondo, porque obliga a reflexionar sobre un asunto de la máxima importancia: la destrucción de la confianza del pueblo venezolano en el voto como mecanismo para contribuir a salir de la crisis.

No cabe ninguna duda de que el régimen de Maduro no solamente convocó de manera fraudulenta a la votación para una asamblea nacional constituyente, sino que además alteró los resultados de la participación en la elección. Por otro lado, las evidencias de fraude son incontestables tanto en la convocatoria misma de la elección presidencial que supuestamente le dio el triunfo a Maduro, como en los comicios mismos y los escrutinios. Pero analizados desde otra perspectiva, estos dos eventos de timo a la voluntad popular fueron cuidadosamente planificados para generar la sensación de que el sistema electoral estaba inevitablemente comprometido y de que el Big Brother madurista controlaba de manera irrevocable el aparato electoral.

Pero en la destrucción de la confianza en el voto, la desunión de la resistencia ha sido un factor inestimable. En momentos cruciales, la resistencia se permitió el lujo de no tener una política clara respecto a la participación electoral, generando así no solamente una votación escuálida, sino comprometiendo los espacios de triunfo en las elecciones de gobernadores. Si se pretende ser responsable con la tragedia del pueblo venezolano, la dirigencia de la resistencia tiene que admitir que sus propias carencias y divisiones han ayudado al usurpador a generar una sensación de invencibilidad en el voto sin contar con el voto popular. Algo que no puede ser atribuido simplemente al control del CNE, sino que va mucho más allá y se conecta con el manejo global de la estrategia de enfrentamiento a la usurpación.

Se avecinan dos escenarios definitorios para la lucha democrática. El uno es todavía hipotético y está relacionado con que el usurpador salga como resultado de la presión internacional y nacional producto de una eventual unión cívico-militar que no termina de ocurrir. El segundo es muy real y se trata de las elecciones de la AN el año próximo. La usurpación ha diseñado la trampa electoral perfecta que le permite ganar elecciones sin hacer trampa, ¡porque la resistencia no participa! O si lo hace está dividida. Al adversario avieso y traidor de su  propio pueblo se le puede acusar de muchas cosas, pero nunca de las propias carencias de la resistencia. Estamos obligados a rescatar la confianza en el voto y la participación electoral, no como el mecanismo único para salir de la crisis, sino como una pieza esencial de la estrategia de movilización y resistencia ciudadanas.

Quizás valga la pena recordar que tres de los más importantes movimientos ciudadanos de recuperación de los espacios de la democracia y la libertad en Latinoamérica se decidieron alrededor de jornadas electorales: la derrota de Pinochet en Chile, la caída de Fujimori en Perú y la salida de Morales en Bolivia. Es tiempo de que se le explique a nuestra gente, sin ambages y con brutal claridad, cuáles son las condiciones de participación electoral y de qué manera se enfrenta el fraude perfecto de la dictadura, que gravita como una guillotina sobre nuestras cabezas.

ACN/Acento News de Miami/EN

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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