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Universidad: trinchera de lucha

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camino
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Pablo Aure.- 

Universidad: trinchera de lucha. ¡Hasta cuando!:  Asumo estas líneas con el inmenso amor y pasión que le profeso a mi Universidad de Carabobo. Es la realidad que observo y que nunca me resignaré a aceptar con indiferencia.

Esta semana se reinician las actividades luego del receso vacacional decembrino. Sinceramente no fueron las vacaciones tradicionales del mes de diciembre, aquellas donde los trabajadores disfrutaban de los aguinaldos porque les alcanzaban no solo para las hallacas, sino que también les rendía entre otras cosas, para pintar o remodelar la casa, cambiar el carro, comprar los regalos del Niño Jesús y hasta para viajar de paseo fuera del país. Ya todo cambió. El personal universitario así como todos los trabajadores de Venezuela deambula en una suerte de supervivencia. La primordial preocupación de cualquier venezolano es cubrir las necesidades básicas que la mayoría de las veces es imposible.

Nos encontraremos con un panorama nada satisfactorio.

Todos los servicios que presta nuestra casa de estudios comenzarán con muchas deficiencias, inclusive algunos dejarán de prestarse, del mismo modo como han venido paralizándose otros en estos últimos tiempos. Las carencias son de tal magnitud que pudiéramos discutir sin complejo alguno, si con las actuales condiciones de funcionamiento el concepto de Universidad es aplicable o no. Esta misma realidad no escapa a ninguna de las universidades del país.

Emigración estudiantil y laboral.-

Tan afectados se ven los estudiantes como los trabajadores. Ambos observados desde las ocupaciones inherentes a sus actividades. El estudiante desea culminar su carrera para cumplir esa etapa, pero le atormenta saber la poca o ninguna oportunidad de trabajo que tendrá en este país, o si las consigue, sería para ganar menos de diez (10$) dólares al mes, por eso es una constante escucharlos hablar en los pasillos sobre sus intenciones de emigrar, bien sea después de graduarse o inclusive abandonando sus estudios, y en efecto, lo han venido haciendo en cantidades inimaginables.

Esto lo digo con propiedad, porque soy el secretario de la UC y me corresponde legalizar junto a la rectora los documentos que les exigen en aquellos países que los recibirán.

Lo mismo ocurre con los docentes, administrativos y en menor cantidad, pero ocurre, con el sector obrero. Piden un permiso no remunerado o renuncian porque ven que Venezuela agoniza como país, con lágrimas en los ojos provocadas por el dolor que significa para ellos tener que dejar años de entrega a la UC y aunque les falte poco tiempo para su jubilación agarran sus maletas y parten a probar suerte en otras latitudes.

Sé lo que significa el “beneficio” de la jubilación, que en este caso los trabajadores no lo entenderían como un beneficio, sino como el honor propio de la satisfacción por el deber cumplido. Desde luego que no es por la pensión de jubilación que les da tristeza, porque a lo sumo y en promedio pudiéramos  estar hablando de doce (12) dólares mensuales, que no es nada económicamente. El dolor es por tener que escapar desesperadamente de los tentáculos de un régimen que se ha empeñado en esclavizar a los ciudadanos.

Algunos se van a trabajar en universidades de otros países, donde sí reconocen como fundamental para el progreso, la función del educador y del investigador, asignándoles remuneraciones acordes con su preparación.

Con sentimiento debo también decir que, la mayoría no emigra sino que huye de Venezuela en búsqueda de oportunidades, pero lamentablemente en esas tierras lejanas a la mayoría de la diáspora venezolana le corresponde realizar trabajos que no son propios de su profesión, arte u oficio, ya que se dedican a otras tareas. No digo que sean degradantes las faenas que les toca realizar para ganarse la vida, porque el trabajo no degrada, pero aflige que no son empleados en sus áreas del conocimiento, que con mucho esfuerzo y dedicación adquirieron acá.

Sin embargo, también hay que reconocer la grandeza de aquellos venezolanos –que son bastantes- que han sabido superar cualquier dificultad y han sobresalido ante la difícil barrera que significa ser extranjero. En esto hago un paréntesis para decir que Venezuela es única en el trato hacia el inmigrante. Otros países no son tan afables como el nuestro.

Exportamos talento y nos llegan expoliadores.

A través de la historia hemos demostrado que recibimos con los brazos abiertos a quienes han inmigrado a estas bellas tierras. No le tenemos ojeriza a quien viene a trabajar sanamente. Por cierto, eso no es lo que vemos hoy día, porque la mayoría de los extranjeros que han llegado a Venezuela  durante este disparate llamado “Socialismo del Siglo XXI” no ha venido para trabajar sanamente, sino para constituirse en ejército de ocupación en unos casos y, en otros, llegan para expoliar las riquezas naturales a cambio de mantener este modelo político que a paso de vencedores ha destruido nuestra nación. Así vemos a estas nuevas colonias de inmigrantes, que en nada se parecen a los que llegaron durante la mal llamada “IV república”. No son portugueses que vienen a trabajar, a montar una panadería; tampoco son libaneses que llegan para recorrer las calles vendiendo “cortes baratos” o, italianos para montar una zapatería o servir de maestro de obra en alguna construcción. Señores, la oleada de “inmigrantes” que ha llegado es nada productiva, no genera empleos ni riquezas, al contrario, los extermina. Comenzaron los cubanos (castristas) para desplazar a nuestros galenos y trabajadores de la salud con la misión “Barrio adentro”, pero también para diseñar un sistema de identificación y seguimiento entregándole los registros y notarías; más tarde, sin aportar ni siquiera un (1) dólar, se les adjudicó la mitad del capital accionario en la empresa “Bolipuertos” para controlar todo lo que entra y sale por los puertos y aeropuertos, se les transfirió buena parte de la soberanía alimentaria. Luego, llegaron los chinos y los rusos para acabar con otros tesoros, entre ellos el arco minero. A la industria petrolera le han dado hasta con el tobo.

La Universidad como trinchera.-

Hoy los sindicatos discuten las condiciones de trabajo en nuestras casas de estudio, se escuchan propuestas de rebajar la cantidad de horas y de días de trabajo. Sus angustias tienen eco en todas partes, imposible no estar identificados con sus preocupaciones. El sueldo no les alcanza para mantener operativos sus carros (de aquellos que aún lo tienen), no hay transporte público, deben buscar la alimentación de su familia, y en fin deben hacer muchas cosas para sobrevivir, y si después de superar esos obstáculos si logran llegar a la Universidad se encontrarán con las carencias que impiden prestar un servicio adecuado.

Que nadie lo dude, el régimen quiere que abandonemos nuestros sitios de trabajo, que saquemos el “carnet de la patria” y asignarnos un pago mensual por no hacer nada. Nos controla y nos mantiene en el ocio, tal cual hizo Castro en Cuba.

Amigos míos, compañeros estudiantes y colegas trabajadores, la Universidad debemos convertirla en trinchera de lucha, desde allí debemos impulsar ideas. No basta “aclimatarnos” a las condiciones que impone el régimen, por ejemplo con el horario, es indispensable y urgente ser creadores para revertir esta terrible situación. Somos millones de universitarios que pudiéramos provocar los cambios, hacer el giro necesario para reconstruir el país. Asumir los riesgos. Basta de lamentos, es la hora del accionar, que cada profesor se reúna con sus alumnos, que cada jefe de cátedra con sus profesores, cada director y autoridad con su personal y se defina la estrategia. Si la Universidad no reacciona ya, pues entonces seguirá agravándose la situación y el tiempo nos juzgará como aquellos timoratos que no estuvimos a la altura para enfrentar la tiranía roja que devastó a Venezuela.

Vamos universitarios, no es momento de retroceder ni doblarnos, llegó la hora de constituirnos en la vanguardia de la lucha, porque nos asiste la fuerza de la razón y el coraje heredado de la participación en la derrota de otras dictaduras. ¡O luchamos, por nuestra UC y por Venezuela, o las perdemos definitivamente!

Pablo Aure – @pabloaure

 

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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