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Virus de la incertidumbre ataca mercados financieros

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El virus de la incertidumbre: Por José Manuel Muñoz Puigcerver .- La crisis de Wuhan muestra la velocidad con la que el miedo se extiende por la economía real y permea las empresas. Ningún virus se propaga tan rápido como la incertidumbre

La pandemia del coronavirus que se ha cobrado hasta la fecha casi 2.000 vidas y ha afectado a, prácticamente, otras 73.000 personas en todo el mundo es una muestra evidente de la infalibilidad de una de las máximas más certeras de la ciencia económica y de la que bien pueden dar cuenta los profesionales del sector financiero: la incertidumbre es la peor de las consejeras en lo que a negocios se refiere.

En el año 2002, el psicólogo estadounidense Daniel Kahneman fue galardonado con el premio Nobel de Economía (en un más que meritorio intento de integrar ambas disciplinas científicas para adoptar un enfoque holístico del procedimiento por el cual los individuos eligen entre diversas alternativas), precisamente, por demostrar que en presencia de incertidumbre los agentes económicos tienden a exacerbar su aversión al riesgo y a tomar decisiones distintas de las que, asumiendo el principio básico de racionalidad, llegarían a predecir los diferentes modelos econométricos.

La pandemia ataca mercados financieros

Tal y como señalamos, los mercados financieros son campo abonado para este tipo de teorías: en numerosas ocasiones, un falso rumor, una reacción exagerada a noticias negativas o, sencillamente, el temor a actuar al margen de las maniobras ejercidas por los principales actores pueden desencadenar el desplome del valor de los activos involucrados. No por casualidad, Charles P. Kindleberger, al escribir el que muy posiblemente sea el mejor libro de finanzas de todos los tiempos, juzgó oportuno brindarle el elocuente título de Manías, pánicos y cracs.

Sin embargo, en ocasiones como la que nos atañe, la incertidumbre se extiende por la economía real y el contagio llega a permear la práctica totalidad del tejido empresarial. En ese caso, si la crisis se expande globalmente, la economía mundial puede llegar a absorber dicho impacto a corto plazo gracias a las inercias que su propio dinamismo genera. Aun así, su prolongación en el tiempo puede comportar problemas mucho más serios no tanto por la amenaza real de infección alrededor del mundo, sino por la inseguridad generada acerca de su evolución. En una primera fase, cuando a finales del pasado mes de enero la Organización Mundial de la Salud decretó la emergencia sanitaria internacional, el fantasma de colapso económico planeaba sobre la ciudad china de Wuhan. No obstante, y a pesar de que la propia OMS ha insistido en que el brote presenta un índice de mortalidad inferior al que se originó en 2003 con el SARS y, a pesar también de su oposición reiterada a las restricciones tanto comerciales como turísticas a China, dicha amenaza ha dejado de ser una mera advertencia genérica para materializarse en una inquietud mucho más tangible.

Sin ir más lejos, España acaba de experimentar una afectación más que notoria: la cancelación del Mobile World Congress, tras la renuncia a participar de empresas de la relevancia de Intel, Facebook, McAffee, Orange, Nokia, LG, Ericsson, Amazon o Sony, ha dejado a Barcelona huérfana de un evento que cada año genera unos 500 millones de euros y crea alrededor de 14.000 puestos de trabajo temporales. Además, el Ibex35, arrastrado por las dudas imperantes en el resto de plazas (Apple ha anunciado que su volumen de ventas será inferior al previsto también como consecuencia del coronavirus) empieza ahora a recuperarse de la acometida sufrida a principios de año. Aun con todo, los organismos internacionales prevén que España saldrá prácticamente ilesa de estas dificultades.

Como es obvio, el país que más se está resintiendo es la propia China, y eso, cuando nos estamos refiriendo a una potencia que copa el 17% del PIB mundial, significa que la desaceleración global es casi inevitable. De hecho, JPMorgan ha corregido sus predicciones sobre el crecimiento chino en el primer trimestre de 2020 desde el 6,3% a tan solo el 1%. De cumplirse dicho pronóstico, la economía mundial podría ralentizarse a un ritmo mucho más acelerado que las cuatro décimas estimadas por Bloomberg Economics, en cuya opinión la tasa de crecimiento del PIB de China para los primeros cuatro meses de este año descendería tan solo del 6% al 4,5%.

El turismo sector más afectado

Por sectores, el turístico es, quizás, el que de manera más directa está padeciendo los efectos más negativos: ciudades enteras en cuarentena que totalizan varias decenas de millones de habitantes, vuelos cancelados, recomendaciones de países como Estados Unidos de no viajar a China (contraviniendo las recomendaciones de la OMS) o, incluso, la prohibición de entrada a ciudadanos chinos por parte de Rusia, son algunos de los ejemplos más destacados.

Mención aparte merece, también, el sector de materias primas por sus efectos sobre las cadenas de valor globales, ya que China es el principal consumidor de este tipo de productos. Países como Brasil, Sudáfrica o Australia han experimentado devaluaciones de sus monedas (con las consiguientes tensiones inflacionistas que ello comporta) debido al descenso de sus exportaciones con destino a China. El precio del cobre, principal termómetro de la economía mundial, ha descendido un 8%, perjudicando gravemente a Chile y a Perú, y ni siquiera Arabia Saudí sale indemne de la actual coyuntura, al tratarse del principal importador de petróleo del país asiático.

No cabe duda de que la gestión de esta crisis resultará crucial para apaciguar el temor que induce a los agentes económicos a paralizar inversiones y a posponer decisiones de consumo. Por supuesto, un elemento crucial para su óptimo desenlace será el descubrimiento de una vacuna efectiva que prevenga la enfermedad en el futuro. Y, aunque mientras tanto, el miedo al contagio seguirá rigiendo buena parte de la actividad económica internacional, podemos estar seguros de que la ciencia médica terminará por hallar un tratamiento efectivo. Por el contrario, no será tan sencillo refrenar la naturaleza humana: la vacuna contra el miedo irracional a la incertidumbre deberá esperar mucho más tiempo.

ACN/El Páis/jmmp

*José Manuel Muñoz Puigcerver  es Profesor de Economía Internacional en la Universidad Nebrija  

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

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Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa-Agencia Carabobeña de Noticias – ACN – Opinión
Foto: Cortesía
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La iglesia católica explica el origen, el significado y el por qué se conmemora el Jueves Santo en Semana Santa.

Según el portal As.com, este día se comienza el Triduo Pascual, el periodo durante el cual la liturgia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico.

La Última Cena

En el Jueves Santo el cristianismo conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración; en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena es el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos; antes de su muerte. Además, durante esta cena les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.

Jueves Santo: origen, significado y por qué se conmemora en Semana Santa

Los Evangelios narran asimismo que durante esta reunión Jesús realizó un lavatorio de pies a todos sus compañeros. Un gesto que para la Iglesia es un símbolo de entrega a los demás. No obstante, el momento más relevante de la Última Cena; es el que la Iglesia considera como la institución de la Eucaristía; uno de los siete sacramentos para los católicos.

Institución de la Eucaristía

Este hecho se produce cuando Jesús toma el pan, lo parte y lo reparte entre los comensales diciendo: “Tomad y comed todos de él; porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. A continuación toma un cáliz lleno de vino y dice: “Tomad y bebed todos de él; porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna. Que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

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Y concluyó: “Haced esto en conmemoración mía”. Esta última frase es interpretada por la Iglesia como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.

De esta manera, la misa del Jueves Santo se consagra al éxito en la muerte de Cristo, que habría dado su vida para salvar a la humanidad de sus pecados. Según detalla la agencia de noticias católicas Aciprensa, esta fecha se debe celebrar “lo más solemnemente posible. Los cantos,  mensajes y los signos, no debes ser ni tan festivos; ni tan jubilosamente explosivos como la Noche de Pascua”.

Con información de ACN/As.com

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